viernes, 19 de abril de 2019

TUTORIAL: CREACIÓN DE PERSONAJES PARA UNA NOVELA


El otro día hablábamos de cómo crear un universo coherente para acometer una novela (o incluso una saga de ellas), y habíamos dejado en el tintero cómo crear personajes, algo aparentemente sencillo, pero que, como veremos a continuación, tampoco lo es tanto.

En primer lugar, si nuestra historia va a tratar sobre el clásico tema de las fuerzas del bien contra las del mal (tal es el caso de La Espada de los Druidas), hay un par de detalles absolutamente imprescindibles que debemos tener en cuenta en todo momento: uno, es no crear JAMÁS al protagonista perfecto. Y me explico: si pretendemos que el lector pueda empatizar con él (y se supone que eso es JUSTO lo que deberíamos pretender), dadle alguna limitación. Mi admirado Stan Lee era un consumado maestro en esto. Hulk cuando está en su rol de Dr. Banner, odia con todas sus fuerzas ser el gigante esmeralda. Lo mismo pasa con La Cosa de los 4 Fantásticos; él no quiere ser un monstruo de piedra, simplemente quiere ser un humano normal y corriente. Luego está el profesor Charles Xavier (líder de los X-Men), que es un lisiado confinado permanentemente a una silla de ruedas. Daredevil es ciego, el Dr. Extraño un cirujano de prestigio cuyas manos quedan inservibles para volver a operar, Peter Parker es un nerd sin un centavo, etc.

Si el lector ve que su héroe tiene alguna limitación (ya bien sea ésta física o emocional), será mucho más fácil que empatice con él. En mi caso, yo llené a Madox, mi protagonista, de dudas. Todo el mundo le dice que él es el Elegido, el Hijo del Dragón que auguran las antiguas profecías, y -para desesperación del lector- el único que no lo ve claro es él. Además, le dí una sensibilidad especial (sabiendo que me la jugaba), que más de una vez lo lleva a derramar lágrimas de tristeza. Para muchos, un sacrilegio, el hecho de permitirle al héroe llorar. Sin embargo, yo lo doté de esa facultad que -como verá el lector- en absoluto está reñida con su incuestionable coraje a la hora de empuñar la espada.

Por otra parte, es vital trabajar a fondo al villano principal de la trama. Si el "malvado" es un "don nadie" sin mucha personalidad o carente de algún poder significativo, el lector -aunque sea de manera inconsciente- no lo tomará en serio. Como suele decirse, la grandeza de un héroe se mide por la peligrosidad de su villano (o galería de villanos). Cuanto mayor sea el poder de estos, más difícil se lo pondrán al héroe, y por consiguiente, más emoción insuflarán a la historia, aparte de darle más mérito al héroe. Por tanto, debemos poner a éste contra las cuerdas cada dos por tres, demostrarle al lector que el villano es tanto o más poderoso que el protagonista. En el momento que el lector se de cuenta de esto, se comerá las uñas hasta los muñones, y no verá el momento de pasar a la página siguiente.

Un último consejo: huid de los personaje planos como de la peste. El malvado que es malvado por el simple hecho de serlo, y todo lo que hace es echar la cabeza hacia atrás y carcajearse como un desquiciado mientras planea como destruir el mundo (en el que por cierto, también vive él), será muy difícil que cualquier persona con más de doce años los tome en serio. Así que cuando creéis a vuestro villano, empezad preguntándoos: "¿qué lo lleva a actuar así? ¿Cual es su motivación?" Mientras vosotros no lo tengáis claro, vuestro personaje será un personaje plano, y verlo en acción será tan interesante como ver a una señora haciéndose la permanente en la peluquería. ¿Me explico?

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