A causa de la introducción de mi primera novela, mucha gente me pregunta si yo creo o no creo en los ooparts (u objetos fuera de tiempo), y lo cierto es que me cuesta bastante contestarles. ¿El motivo? Pues yo creo que es bien sencillo: los oparts, como los ovnis, técnicamente EXISTEN (ahí están la Pila de Bagdad, los Platillos de Dropa, la Máquina de Anticitera, el Astronauta de Palenque, el Mapa de Piri Reis, y un largo etcétera más). Materia aparte es lo que haya tras los mismos (fakes, interpretaciones erróneas -aunque con buena voluntad por parte del observador- u otras realidades más inquietantes... ¡o incluso tal vez las tres cosas!).
Como digo en la referida introducción, yo no entro a valorar cuánto hay de cierto o no en dichas "evidencias". Lo que está fuera de toda duda es que ahí están, y todas las que son reseñadas en el libro existen realmente (o dicho de otro modo, que ninguna de ellas ha surgido de mi imaginación), y yo simplemente las uso para moldear la fantasía a mi antojo, y crear una especie de pseudo-medievo antediluviano. A partir de ahí, obviamente, todo es ficción.
Espero poder despejar con estas líneas de una vez por todas las dudas de cualquiera de mis lectores, actuales o futuros, y que entiendan que un servidor no es (ni pretende ser) Juan José Benítez ni Iker Jiménez, sino un simple novelista que se sirve de ciertas incógnitas de la arqueología y paleontología a fin de crear un mundo ficticio. El resto -como bien decía el célebre mentalista Anthony Blake- sólo es producto de su imaginación.
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